Esta semana y despues de los fastos navideños, comenzamos la publicación de los relatos premiados en el
"I certamen de relato corto en red Ramón Molina Navarrete"
Comenzamos con el 2º accesit y durante esta semana tendreis, el 1º accesit y los tres premios, con ello os animamos a leer y conectamos con lo que será en Febrero la Apertura de los dos clubs de lectura locales, uno de adultos y otro infantil, un buen momento para aficionarse a las letras.
Que disfruteis amig@s y feliz Semana:
EL SUEÑO DE UNA NOCHE. David San Miguel.
Mi corazón late silencioso, por temor a ser escuchado, cuando con asombro y respeto logro enfocar mis ojos a la inmensidad del firmamento. Este se ve reflejado, en las pupilas de la persona que a mi lado mira con asombro la profundidad de la oscuridad, tachonada por “pequeñas” estrellas que juntas, logran iluminar con su luz la fría inmensidad. Por un momento pensé… ¿nos verán tan radiantes las estrellas a nosotros? Los sueños de mi alma se desvanecieron al meditar en dicha contemplación. A pesar de que la Tierra refleja la luz brillante del sol, el galán que la acompaña cada día, la oscuridad también rodea nuestras vidas. La deforestación, la contaminación del aire, del agua, los desastres naturales, el hambre, la extinción de las especies, el maltrato de los animales, el de las personas, la perdida de cariño, la siega de vidas, las guerras, el odio, el racismo y la xenofobia, la violencia de género, el vandalismo, el crimen y todo lo que hace la oscuridad humana más fría y escalofriante que la de la profundidad del cosmos. Sin embargo, cuando mi ansiada compañía con ternura cubrió mis hombros con sus brazos, mis pensamientos saltaron esperanzados. Reflexioné y me di cuenta de que podemos ser como las estrellas, que a pesar de ser pequeñas en un cielo tan grande, dan calidez y hacen del campo, el hogar acogedor de los humanos. Brillamos con la amistad, la sonrisa, la bondad, el compañerismo, la empatía, el cariño, la familia, el amor, la comedia, la alegría, la luz de los ojos de un niño, la esperanza, el respeto, la música, las palabras, la naturaleza, con nuestros mayores, con compartir, con soñar y sobre todo con vivir.
La vida es como una mina de diamantes, llena de momentos que brillan con luz propia pero que requieren esfuerzo, abnegación y trabajo para conseguir que nos adornen. Un diamante en bruto parece un simple pedrusco, pero que tallado con paciencia se convierte en la más bella piedra preciosa. Mi corazón ahora late más deprisa porque me doy cuenta de que debo valorar más mi entorno. ¿Cómo puedo pulir mi vida para que brille cual una estrella? Creo que la complejidad y simplicidad de lo que ven mis ojos con asombro han despertado en mi la solución. Quiero brillar con un GRACIAS, con un POR FAVOR, con un TE QUIERO, con un PERDONA. ¿Por qué decir o escribir las cosas más sencillas son las más difíciles? Cuando en una noche de verano vemos los pueblos iluminados a las orillas de nuestro camino, uniéndose por el horizonte con las estrellas del firmamento, ¿no parecen estrellas caídas a un manto cual aceituna mecida de los árboles? Y el reflejo de las luces de mi pueblo que vislumbro en la lejanía, también dan su fruto. Denotan la calidez de las gentes, de las casas, de las historias al amparo del brasero, de las marcas del tiempo en los rostros de los mayores que con mucho esfuerzo intentan legarnos su luz, para seguir brillando con buenos sentimientos.
Las estrellas solo brillan y así alaban a su creador, como la pintura refleja el alma del pintor. Son testigos fieles de nuestro paso por los senderos de la lucha, el valor, la perseverancia y la defensa de una vida intensa pero muy corta. Nosotros tenemos voz, sentimientos, cualidades y bellos momentos. Girándome a mi compañía bajo la majestuosa bóveda de los cielos le dije, LO SIENTO. Sin dejar de arroparme y envolviéndome con una suave brisa sureña me dijo: “Yo te quiero y no te pido nada a cambio, todo te lo doy independientemente de cómo te portas conmigo, te alojo siempre rodeado de cosas buenas, te doy lo mejor de mi alimento y mucho más, pero siento que no lo valoras. Solo te pido que estés conmigo para siempre y me cuides con cariño”. Me desperté, mientras la almohada rodeaba mis hombros y la luz de la luna se reflejaba en mi cuarto. Me levanté y me puse las zapatillas, asomándome a la ventana. Me di cuenta de que la Tierra nos acompaña siempre y solo pide que la iluminemos con cosas buenas. Yo la cuidaré para siempre, ¿y tú?